Ignacio Martín Blanco
El nacionalismo catalán necesita del mito, y repudia la racionalidad para exigir la adhesión incondicional a un “misticismo laico”. Y sin racionalidad no hay diálogo ni solución posible. Quizá por eso el principal adversario del independentismo no es el centralismo uniformador, otra verdad absoluta, sino el federalismo, basado en el respeto a las diferencias y el pacto.