Desde Federalistas de Aragón reivindicamos el Federalismo como una ideología basada en el pacto, en la voluntad de acuerdo y en el deseo de los diferentes de vivir en común. Por eso, el federalismo implica un modelo determinado de organización territorial, el que concilia la unidad con la diversidad. Hacer efectivas las cualidades inherentes a un reto tan exigente es la filosofía subyacente al federalismo.
Nuestra visión federal se encuentra profundamente relacionada con la lectura de la Constitución, y, en general, con el valor de la convivencia, de la forma de ser y estar en común. Por definición, el federalismo tiene una cultura específica: la de integración, y esto por encima de cualquier otra cosa. El Estado federal existe porque se da el presupuesto de la unidad, bien sea previa o bien sobrevenida a la conformación del propio Estado federal.
De esta forma, la cultura federal es la propia del equilibrio entre el autogobierno y la unidad. La cultura que enseña que sólo se es verdadera y suficientemente fuerte desde la unidad y que esa unidad se enriquece por la diversidad y por el autogobierno de los distintos territorios que la conforman. No es posible que exista federalismo sin lealtad federal, sin una verdadera devoción a la causa común y compartida.
Así, debe destacarse la naturaleza intrínsecamente pactista del federalismo. La esencia de la cultura federal es, precisamente, la aceptación de la necesidad del acuerdo. De un acuerdo que ha de alcanzarse por el bien común.
Una perspectiva que es necesario reivindicar es la relación del federalismo con la gestión de las políticas públicas y, en particular, con el desarrollo del Estado social. Y es que el federalismo es también una fórmula política especialmente propicia para el desarrollo de la dimensión social de Estado y para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Por supuesto, un Estado federal no asegura por si mismo lo anterior, pero es difícil negar que crea las mejores condiciones para que ello suceda. Para los Federalistas de Aragón, el compromiso con el desarrollo del Estado social y la mejor gestión de las políticas públicas es una dimensión vertebradora de nuestra concepción del federalismo.
En este marco, es particularmente importante el momento que estamos viviendo en relación con las circunstancias que definen el presente y el ser histórico de España, para las que, por encima de todo, Federalistas de Aragón reivindica el federalismo como solución.
En España, el federalismo tiene que disputar con viejas querencias centralistas que en demasiadas ocasiones se manifiestan en la política y, sobre todo, en la burocracia del Estado. Pero, con todo, no son esas querencias el peor enemigo que tiene el federalismo entre nosotros. El viejo antagonismo entre nacionalismo, en particular el nacionalismo identitario, y federalismo forma parte de la historia de nuestro País y constituye un territorio fértil para el estudio académico: el federalismo se basa en la integración y la lealtad entre administraciones territoriales, mientras que el nacionalismo identitario, necesariamente, aspira a la conformación de un Estado propio y, por ende, a valores contrarios.
El problema es que este nacionalismo identitario ha vuelto a nuestra realidad política actual. Conocedores de ello, y precisamente por ello, en Federalistas de Aragón seguimos creyendo que el federalismo es la única opción válida en este momento para una nación como España. Porque sólo bajo sus premisas será posible encontrar acomodo a la rica diversidad que la integra y a todos aquellos que ven en el autogobierno la mejor manera de enriquecer al todo. Y porque es la mejor alternativa ideológica que oponer tanto a aquellos que postulan la disgregación del Estado como a los que quieren anular la concepción de una España diversa y descentralizada que emana de nuestra Constitución.
Así, los federalistas aragoneses entendemos que, sirviendo a la causa federal, lo hacemos al pleno desarrollo de la Constitución española de 1978. A su reivindicación de la unidad y de la diversidad, a la comprensión del pluralismo territorial como uno de los signos de identidad y riqueza de nuestra Nación y al desarrollo de un Estado social que, en última instancia, supone sobreponer al ciudadano y sus necesidades sobre cualquier otra bandera