«La puesta en valor del pluralismo territorial y cultural, con la consecuencia del reconocimiento del derecho a la autonomía de las nacionalidades, fue el instrumento para transitar un camino que durante mucho tiempo sólo pudo calificarse como de éxito. Ahora bien, la Constitución no establecía un modelo concreto: se trataba de un marco general que debía ser desarrollado. Es esencial recordar que, en sus líneas generales, ese desarrollo se realizó en clave “pro autogobierno”: se reforzó la autonomía política de las Comunidades Autónomas; en paralelo, se “debilitaron” las estructuras del Estado».
(artículo de José Tudela Aranda en el portal ‘Demócrata’. El texto entero se puede leer en abierto en este enlace)